Ocupar el lugar que corresponde

 

He seguido muy de cerca la “integración” de la comunidad LGTBy+ en occidente a través del lenguaje inclusivo y de leyes que se han ido aprobando en distintos países.

Y digo integración entre comillas ya que si lo vemos realmente lo que se está haciendo es separar más. Si empezamos a decir, por ejemplo: todos, todas, todes lo que realmente estamos haciendo es separarnos del otro y no integrarnos.

Desde hace mucho tiempo comprendí que todo es energía y cada energía tiene una vibración que se manifiesta y nos permite interpretarla, en especial la vibración que emitimos a través lenguaje y el significado de las palabras tiene especial importancia. Así que al trasmitir un mensaje y utilicemos las palabras que no concuerdan con la vibración que queremos expresar todo se confunde y el mensaje crea un enredo en nuestro cerebro. En estos tiempos estamos creando una gran confusión entre el género, las preferencias sexuales y las experiencias que decidimos vivir.

Las estrategias que se ven a nivel mundial es que se acepten las diferencias señalando y culpando al que no acepta, de la misma manera que el que no acepta ha hecho con esta comunidad por siglos. Es decir, ambos lados están haciendo lo mismo, no aceptan que el otro tiene su verdad y que es válida.

Lo que viene para la humanidad es la integración real de las energías, la real y eso implica estar en paz con esa energía porque la acepto completamente. Vienen tiempos donde la energía femenina y masculina se colocarán en su lugar una al lado de la otra y cada una aceptara su responsabilidad y características plenamente y además aceptaremos la otra energía en su rol y forma total y completamente. Para ello hay que encontrar y asumir el lugar que a cada quien le corresponde porque todos pertenecen.

Y comprendo la lucha de la comunidad LGTB+, como no la voy a comprender si las mujeres tenemos miles de años tratadas como cosas, esclavas, objetos sexuales, etc. Han sido miles de años consideradas en un rango debajo del ser humano. Leía una entrevista donde preguntaban cuales eran las peticiones a esta comunidad y la respuesta fue: queremos derechos donde podamos heredar, decidir como conyugues y otros derechos civiles y entonces me acordé que hasta hace poco para los judíos, por ejemplo, las mujeres no podían heredar porque no eran consideradas por la ley para nada. Así se creo la figura del levirato donde la viuda se casaba con su cuñado para no perder los bienes, las mujeres no podían heredar y así los bienes no se perdían y los hijos no quedaban desamparados.

Como las mujeres no vamos a entender lo que significa que no nos acepten, que nos vejen, nos violen, crean que no tenemos capacidad cerebral o nos domina las emociones, nos maltraten y hasta nos maten a golpes y eso estaba bien visto, era normal.

Desde finales del siglo 19 las mujeres han establecido una lucha para que haya igualdad entre ambos sexos y tuviéramos los mismos derechos y oportunidades y desde mi mirada hemos hecho un gran trabajo, se han conseguido muchas cosas. Lo que quiero resaltar aquí es desde donde se ha hecho para encontrar un sentido.

Para poder ser vistas cada vez más las mujeres se han yangnificado, es decir, en vez de tomar su energía han tomado la energía masculina para “competir” con el masculino. Si nos imaginamos que la mujer de la nueva dimensión tiene una casilla al lado del hombre lo que se observa es que estamos colocándonos en casillas que le corresponden al hombre y es la manera que encontramos para colocarnos a su mismo nivel.

La comunidad LGTB+ está colocándose en la casilla que le corresponde a la mujer y pueden hacerlo porque la mujer no ha ocupado su lugar. Mientras nosotras todavía estemos en el proceso de colocarnos en el lugar que nos corresponde ese puesto vacío es una oportunidad. Como lo estamos haciendo desde la separación, ocupando un lugar que no corresponde veremos cada día más una cacería de brujas más estruendosa, más mediática, hasta que recuperemos el centro.

Yo honro y respeto profundamente las experiencias que cada quien viene a vivir para aprender y venir con un mundo hostil que no acepta lo que nos hace feliz y lo que realmente somos es un aprendizaje muy profundo y muy, muy duro del ser para conocernos a nosotros mismos y aceptarnos. Cuando los espíritus deciden vivir esas experiencias es porque tienen la fuerza interna suficiente para trascenderlas, aunque no parezca en apariencia. Ahora, hay que darnos cuenta que todos los humanos venimos justo a eso: a encontramos y aceptarnos a través de diferentes experiencias, el aprendizaje de los heterosexuales no es diferente, solo son circunstancias, elecciones y preferencias sexuales diferentes que parecen más suaves porque están aceptadas socialmente, pero hay otra gamma de experiencia que son hasta más duras que no ser aceptados. Por ello tenemos que aprender a bajar la cabeza frente al destino del otro porque es parte de su aprendizaje.

Es muy importante su lucha para ser realmente integrados, para que la humanidad comprenda que cada quien planifica su camino en base a lo que quiere aprender y que su camino se transita para evolucionar, no importa lo que hayan planificado y lo que hayan decidido experimentar y así que cada uno de nosotros encuentre y asuma su lugar dentro del rompecabezas que es lo que realmente hará que aceptemos al otro y a la experiencia que vino a vivir en paz.

Creo que la manera en que las mujeres hemos conseguido ser vistas y reconocidas no ha permitido la reconciliación todavía y esta nueva lucha por la aceptación de la comunidad LGTB+ viene a permitirnos a la humanidad que vivimos en este planeta a asumir nuestro lugar e inmediatamente estaremos en paz con el otro que ocupe el lugar que le corresponde.

Rosana Gutiérrez



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