Sanando la herida materna (o paterna)
Hay una categoría de nudo kármico con la que resulta complejo lidiar. Es
el nudo emocional -algunos dirían psicológico- es decir, el trauma que puede
haberse originado dentro de tu familia de origen. Puede involucrar a tu madre,
padre, o a ambos. Este trauma pude haberse causado por un padre ausente o
dominante que cometió acciones inapropiadas o no tomó una acción positiva, o no
se interesó en tí. O bien puede que las interacciones entre tus padres fueron
generadoras de traumas. En la meditación todo es grano que se lleva al
molino de la atención plena.
Un trauma que involucra a la madre o el padre se manifiesta como una
“herida” porque daña el cuerpo-mente y con frecuencia deja una cicatriz o
debilidad en tu cuerpo físico y emocional. Ninguna herida es más fuerte, tanto
para hombres como para mujeres, que las provenientes de la madre. La
relación con tu madre o con quien ofició de madre, es la principal relación que
afecta el desarrollo e influye en las condiciones de vida. En mi experiencia
como profesor de dharma, me ha sorprendido descubrir con qué frecuencia los
yoguis de ambos sexos y de todas las edades reportan haber sido abrumados por
sentimientos no resueltos acerca de sus madres. Si no los reconoces y te
reconcilias con estos sentimientos, quedan atrapados en tu mente y en tu corazón
en la forma de una imagen materna negativa, que obstruye toda posibilidad
de relaciones auténticas.
En muchas ocasiones he escuchado a yoguis contar
historias desgarradoras de desinterés, indiferencia, enredo inadecuado, o
desaprobación devastadora de sus madres de tal magnitud que todavía están
distorsionando sus vidas. “¿Qué voy a hacer?” se
preguntan, “¿Cómo hago para dejar de ser atrapado por esto?” La
buena noticia es que cualquier trauma, incluyendo la herida materna, puede
convertirse en parte de tu práctica de atención plena, la mala noticia es que
no se puede evitar el dolor que este proceso traerá.
El yoga de la Herida Materna
El dharma nos enseña que los pensamientos y
sentimientos pueden ser recibidos y trabajados desde la atención plena.
Hay una serie de técnicas y reflexiones que puedes utilizar para practicar lo
que yo llamo el “yoga de la herida materna” para
transformar lo que ha sido un obstáculo en tu vida en un maestro del corazón.
“Transformar” no significa fijar o hacer que desaparezca el trauma y las
cicatrices que traes desde la infancia; en cambio, es desarrollar lentamente
una nueva relación con tu dificultad, de manera que ya no sea un factor de
control en tu vida. Lo que puede parecer una herida intratable, puede llegar a
ser un punto de inspiración y conocimiento profundo.
En cierto sentido, es radical pensar que lo que te
ha herido es una oportunidad que contiene las semillas de tu liberación. Puede
que no sea así en otros, no obstante, dos de los ingredientes valiosos que se
necesita para una práctica fuerte son la atención centrada y
la energía intensa. Cualquier asignatura pendiente y con
alta carga emocional, que proviene de tu pasado te puede ofrecer estos dos
ingredientes. Entonces, ¿cómo hacer de una herida
profundamente emocional tu práctica de yoga? Empieza por permanecer
alerta en aquellos momentos donde te pegas a la herida, limitado en tu rechazo,
o atrapado en el deseo que está conectado con tu madre. El recuerdo viene
para que puedas gestionar esta dificultad emocional como práctica de
yoga. Su intención es volverte más flexible con tus emociones,
liberar la ira y la actitud defensiva paraque dejes de reprimir sus
sentimientos.
Así como con cada postura en el hatha yoga ayudamos
al cuerpo físico a encontrar su flexibilidad, de la misma manera encontramos
formas para tratar las emociones fuertes alrededor de tu madre. Es decir, esto
es literal. En el hatha yoga, se aprende a sostener una postura particular de
una manera relajada; esta es la forma en que la postura te elonga. Con el yoga
de la herida materna es lo mismo; se convierte en un yoga emocional. Cada vez
que encuentras la tensión, la identificas como algo que apareció en tu mente:
un recuerdo, una frustración o la imposibilidad de lograr algo debido a la
forma en que el pasado te ha moldeado. Permaneces con la atención plena en la
experiencia, notas el dolor y la resistencia que surgen. Encuéntrate con estos
sentimientos con compasión, ecuanimidad y bondad, no importa si son oscuros o
densos. Este es el yoga de ablandar el corazón, de rendirse a lo que es
verdadero en el momento. A pesar de las molestias que puede causar,
puedes estar con lo que sea que surja de tu mente. Es sólo un pensamiento
emocionalmente cargado, que con el tiempo va a pasar.
Cuando practicas la atención plena en los
pensamientos y emociones, estás practicando lo que el Buda enseñó como el “tercer cimiento de la atención plena” La práctica está
libre de prejuicios, por tanto, no debes sentir culpa o vergüenza por
las emociones y pensamientos que surjan. Si reiteradamente permaneces
lúcido ante los sentimientos difíciles y las sensaciones corporales, la
perspectiva de tu pasado cambiará. Te vuelves menos reactivo y más
flexible en tus respuestas emocionales. No es que tu historia se
reescribe, sino más bien que el yo [self] experimenta una transformación.
Cuando un trauma se presenta por primera vez, tus sentimientos pueden no
ser del todo claros. Sin embargo, todas las emociones se hacen sentir en el
cuerpo, así que si registras las sensaciones corporales, puedes ponerte en
contacto directo con tus sentimientos pudiendo así identificarlos. Al hacer
esta práctica no estás definiendo que tus recuerdos o sentimientos son la
verdad objetiva, imparcial y absoluta sobre el pasado. Más bien es tu
experiencia real del momento la que es objeto de tu atención plena, no lo son
ni tus viejas historias ni tu interpretación de cómo se suponía que debía ser
tu niñez.
Puedes tener ciertas percepciones ocultas y erróneas que te dificultan
el tratamiento de la herida materna como una práctica de yoga. Un error en
la percepción puede originarse en la idea de que ningún niño debería recibir
experiencias de dolor. Aprender a vivir la vida duele a todos los niños. El
dolor es inevitable y en cierto sentido es necesario. Es la gravedad del
traumatismo, el contexto de la herida, y cómo ha sido gestionada lo que
determina si la herida materna conduce a la fuerza e integridad o bien el
trauma seguirá en curso.
También es posible que secretamente creas que tu
herida es desagradable, algo de lo que deberías avergonzarte. Pero pregúntate,
¿las heridas de tus amigos los hacen menos atractivos? ¿No te inspiras cuando
ellos gestionan sus heridas valientemente? ¿Por qué no puede ser igual para ti?
Si hay una parte tuya que lo encuentra inaceptable, convertirlo en un objeto de
práctica amorosa. Por encima de todo, observa tu percepción errónea de que, sin
darte cuenta, estás deseando que el pasado sea una cosa
distinta de lo que efectivamente fue. Esta es la forma más insidiosa
que posee la mente deseante; es la ilusión absoluta.
Las cuatro funciones de la maternidad
Puedes traer más claridad a tu herida materna
reflexionando con precisión sobre qué significa ser madre.
Hay cuatro funciones básicas en la maternidad: la
nutrición, la protección, el empoderamiento, y la iniciación, un
trauma puede ocurrir en cualquiera de estas funciones. A pesar de que están
interconectados, es útil examinarlas por separado con el fin de despejar el
trauma. Indagar en estas cuatro funciones ayuda a la identificación de lo que
estás experimentando, tanto en lo cotidiano como en tu meditación. La
indagación como parte de tu práctica no es lo mismo que el trabajo psicológico
o terapéutico. Cuando se utiliza la meditación de esta manera, debes
cuidar de que tu historia personal no te atrape, de perderte en el pensamiento
o abrazar la idea de ser una víctima y asignar culpas. A través de la atención
plena, la compasión y la bondad amorosa, desarrollarás las cuatro capacidades
dentro de tí mismo. Desarrollar estas capacidades internas es un proceso lento,
pero el efecto es fuerte y fácil de sentir. Ten en cuenta que “la paternidad”
también implica a estas cuatro funciones, con algunas diferencias. Lo ideal
sería que sean compartidas por ambos padres, compensando las debilidades del
otro. Si tu dificultad es en torno a tu padre, puedes reflexionar sobre estas
mismas funciones, y realizar tu práctica sobre la herida paterna.
Ninguna mujer es sólo madre y ningún hombre es sólo padre; “maternidad”
y “paternidad” son expresiones que existen tanto en hombres como en mujeres,
ambos seres humanos e imperfectos. Para muchas personas, este entendimiento en
sí mismo es liberador. Si eres madre o padre, descubrirás que al reflexionar
sobre estas funciones podrás sentirte más pleno en tu paternidad/maternidad o
que tu propia herida parental podrá ser sanada a través de tu paternidad plena.
Madre como nutrición
La primera de las cuatro funciones de la madre es
la crianza, el cuidado que posibilita la vida (simbolizado por la leche de la
madre), que abarca el cumplimiento de una amplia gama de necesidades físicas y
emocionales que un niño tiene para crecer y desarrollarse. Necesidades de
alimentación, vivienda, medicina, comodidad y vincularidad; un niño que no se
cuida lo suficiente se convierte en un adulto con una serie de dificultades
físicas y emocionales, al igual que una dieta inadecuada se manifiesta en
problemas de salud más adelante en la vida. Pero hay un aspecto más sutil de la
crianza que yo llamo “la crianza en la alegría “,
que celebra la existencia del niño como una fuente de placer y que se
manifiesta en el niño y continúa en la edad adulta como un sentido de innata
alegría espontánea.
Si no recibiste suficiente nutrición en la infancia, en la edad adulta
puede sentirse necesidades insaciables, una incapacidad para tomar la alegría
en los demás, o falta de autoestima a pesar de tu solvencia y confianza. Estas
sensaciones pueden surgir en tus relaciones, o cuando estás solo. Puedes
sentirte muy debilitado en tu comportamiento como padre o en una relación
sentimental a causa de estas heridas de la infancia. Puedes sentir que es
demasiado tarde, que estás atascado, roto, sumido, o preso en tu insuficiencia.
Puedes creerte tu temor a ser abandonado o devorado, o que tu necesidad voraz
sea siempre la que te defina. Nunca compres estas historias, ni los
sentimientos de desesperación o la ira que vienen con esto, porque son sólo
historias que se están creando en tu mente.
A medida que desarrollas la atención plena,
encuentras tu capacidad de estar en el momento presente, de alimentarte a tí mismo
y a los demás. Las prácticas de la bondad, la alegría empática, y la compasión
pueden alimentar tu capacidad nutritiva. Maestros que nutran sin crear
codependencia, pueden proporcionarte más inspiración y modelos de conducta más
adecuados. Ser consciente del miedo es en sí mismo la
transformación. Observar las miles de formas en las que
eres nutrido y nutrir a otros en la comunidad global rompe la solidez y la
credibilidad de la historia que te cuenta tu herida. Nutrir comienza con
la intención consciente de que esto es un valor, una cualidad energética en
particular que es deseable cultivar. Al renunciar a tu creencia de que la
crianza debe ser de cierta manera, permaneciendo en tu intención, te
desarrollarás internamente como una madre nutricia. Al hacer esto,
cambiarás tus sentimientos inadecuados y tu historia.
Madre como protección
Esto es el impulso instintivo, desarrollado paraque ningún daño físico o
emocional impacte en un ser vulnerable. Está simbolizado por el guerrero o
espíritu guardián. Un niño debe ser protegido contra el abuso físico, sexual y
emocional. Irónicamente, de las primeras personas que un niño tiene que ser
protegido es de los impulsos agresivos de la madre y del padre. Estos impulsos
destructivos podrían tomar la forma de ira excesiva o inestabilidad emocional,
por ejemplo.
Hay un aspecto sutil que le da al niño el increíble don de sentir
seguridad intrínseca y un sentimiento de confianza en la vida. Por desgracia,
con bastante frecuencia un niño trata de prosperar en un ambiente en el cual no
se siente seguro, a pesar de que ningún daño explícito sea evidente. Cuando
adulto este individuo estará rodeado de sentimientos de inseguridad
inconscientes.
Si no recibiste suficiente protección siendo un niño, cuando adulto
puedes sentir que “no hay nadie a tu lado”. Quizás recuerdes algún
acontecimiento traumático o el medio ambiente se reedite durante tu
meditación. Es posible que hayas desarrollado un patrón de conductas
compensatorias para lidiar con tus ansiedades. Resulta así sumamente confusa la
discrepancia entre la “historia real” de tu familia frente a los sentimientos
que recuerdas haber tenido cuando eras niño. Por estas razones, en la práctica
de conectar con tus heridas maternas, te centras en los sentimientos que surgen
en el momento presente. Liberados, estos sentimientos se transforman. No
es fácil trabajar con el pasado. Está constituido por eventos externos e
internos que ahora son inmutables, nebulosos o tal vez inexactos.
No hay una “bola mágica” que disipará tu trauma pasado o creará
sentimientos instantáneos de seguridad. Pero si prestas atención a los
sentimientos de miedo, de pérdida y confusión al ser recibidos con
compasión comenzarán a perder el control que tienen sobre tí. Poco a poco,
descubrirás que vienen con menos frecuencia, con menos intensidad, y permanecen
por períodos más cortos de tiempo.
Madre como empoderadora
La tercera de las cuatro funciones de la madre es capacitar al niño,
estimular y enseñar la independencia y la confianza en sí mismo. Está simbolizado
como la reina que eleva a sus súbditos y facilita la entrada a tu propio
poder personal. La madre usa el poder real que tiene sobre el niño con equidad,
paciencia, generosidad y con el compromiso de preparar a su hijo para
convertirse en su par e incluso superarla. La capacidad de realizar esta
función viene de la propia confianza en sí misma y el amor, de abrazar la idea
de que es su deber sagrado empoderar a sus retoños. El empoderamiento se logra
mediante el fomento de la autosuficiencia y la educación, la disciplina y las
oportunidades de aprendizaje para el niño. Estamos fortalecidos para realizar
intentos, experimentar y por tanto, cometer errores y aun así ser totalmente
aceptados. Tus intereses son convocados con entusiasmo; la importancia y
la alegría de un trabajo duro son reconocidos y alentados. Los errores son
tratados a la ligera, mientras que la curiosidad y la integridad están
altamente ponderados.
En los cuentos de hadas, cuando la reina niega o tiene miedo de permitir
que los jóvenes ocupen su poder, el reino se enferma y languidece. En la vida
real, esto se ve en la madre que niega o incluso teme que su hijo se convierta
en alguien poderoso, de esta raíz surgen una serie de problemas a través de la
negligencia, la crítica constante, o la creación de una excesiva dependencia.
A veces, por sobre identificación, la madre está dispuesta a empoderar,
pero insiste en que su hijo es como ella o bien alienta el éxito del hijo para
satisfacción de su propio ego. Esta es una forma falsa de empoderamiento, una
forma sutil de esclavitud. El cuidado, la nutrición y la protección son
funciones que la madre despliega para el hijo, mientras que el empoderamiento
posibilita que el hijo encuentre su poder a través de su propia realización.
Con la bendición de tu madre, te vuelves independiente y seguro de ti mismo.
Si estás en tensión con tu empoderamiento, lamentarás tu ansiedad e
ineptitud, tu perfeccionismo, o tu falta de voluntad para probar
desafíos nuevos. Las luchas contra la confianza personal se harán visibles
en tu meditación. Es como si una bendición te fuera retenida, y te estuviera
debilitando. Poco a poco, a través de tu práctica puedes ser plenamente
conscientes de la herida, aprendes a darte la bendición de la aceptación
incondicional. Mediante la práctica de aceptar las cosas como son, puedes
descubrir que toda tu vida has estado inconscientemente exigiendo que las cosas
sean diferentes de lo que son, y esto ha detenido tu crecimiento. Descubres que
la madre que has internalizado es siempre crítica, temerosa, llena de aversión.
La meditación te enseña que esta voz es mero pensamiento que erosiona
tu poder a través de la duda, el miedo y la codicia.
A medida que la autoaceptación crece, descubrirás lo que necesitas
y puedes cambiar. Esto ocurre porque has adquirido el poder para iniciar el
cambio a la vez que tienes la capacidad de responder a la vida de una
manera en la cual las experiencias te transformen. Esas cosas que no
puedes cambiar y que luego se convierten en tu yoga. Con el tiempo te das
cuenta de que cuando trabajas conscientemente con las limitaciones pueden
convertirse en un pasaje hacia la libertad. Comienzas a descubrir que te
desidentificas con el drama de tu historia llevándote a un estado de felicidad
y paz, independientemente de que las condiciones de tu vida no sean de una
manera determinada.
La madre como iniciadora
La cuarta función de la madre es la de iniciadora, y es la más difícil
de entender. Es a través de los actos de iniciación que se llega a sentir que
eres un miembro valioso y bienvenido en tu familia. A medida que se desarrolla,
es esta función la que proporciona la sensación interna de que la vida está
llena de sentido, y en la etapa de la adolescencia entiendes que tienes el
derecho de ser la expresión plena de tu propia vida. Es también la función de
iniciación la que posibilita, acepta y celebra tu salida de casa para iniciar
su propia vida.
Una niña logra la experiencia interna de la femineidad a través de la
iniciación de su madre, a través de la forma en que la madre trata su propia
condición de mujer y la de su hija. El padre juega un papel clave en la
iniciación al reconocer el poder de la niña y su derecho natural a convertirse
en una mujer. Para un niño, es el padre el iniciador en su masculinidad, pero
es la madre la que reconoce que el niño se va de su lado para entrar en la
compañía de los hombres. La madre entiende que esto es lo correcto, que no
es un motivo de culpas, y apoya los “sustitutos maternos” en la forma de amigas
y novias que lleva el hijo a su casa. Al darles la bienvenida reconoce su
independencia.
Cuando se produce la iniciación de una manera oportuna y clara, es un
proceso hermoso, aunque a menudo doloroso para los padres. La mayoría de la
iniciación se lleva a cabo a través de símbolos, rituales y comportamientos
tácitos. Cuando esto no ocurre, hay un sentimiento de culpa, de no crecer, de
no saber o no sentirse con derecho en la vida. Para que una madre puede
eficazmente concretar la iniciación, debe haber encontrado o recibido la suya.
Este es el más desinteresado de todos los aspectos, ya que se está alentando
una separación que deja a la madre afuera. Este poder de iniciar se asocia con
la chamana, la diosa, la maga, y la mujer medicina.
En la búsqueda de iniciación quizás te sientas atraída a buscar maestros
iniciadores, al cual proyectes una comprensión superior que te dé la sensación
de una gran autoridad, esto es a menudo una falsa afirmación. Es posible que
desees desesperadamente respuestas, sin comprender que el poder iniciático
vendrá si tratas a tus propios interrogantes como sagrados. Es tentador
entregar el poder a un maestro en lugar de buscar tu maestro interno que te
iniciará para que ganes auto-empoderamiento.
Puedes quedar atrapado en el deseo de tener experiencias energéticas en
la práctica como si fuera una forma de iniciación. Simplemente tienes que
desear que suceda algo en tu vida cotidiana que señale vitalidad, significado y
oportunidad. Estos son verdaderos llamados a la iniciación. Lo mismo sucede con
los adolescentes que se hacen tatuajes, perforan sus cuerpos, forman pandillas,
y descuidadamente arriesgan sus vidas o en el uso de drogas como tipos de
iniciación entre ellos mismos.
No es realista esperar de un padre para proporcionar todas las funciones
de iniciación para un niño. Un padre sólo comienza el proceso de iniciación a
través de una serie de procesos en la vida que se actualizan con el
uso de rituales y de espacios sagrados a través de diversos líderes
espirituales y sociales. Si fuiste afortunado, lo que no recibiste de una madre
o un padre, es posible que lo hayas recibido de abuelos, de un pariente
cariñoso, de un maestro o un líder. Tu experiencia respecto de las tres
primeras funciones puede no haber sido “lo suficientemente bueno”, por lo
tanto, es posible que nunca hayas tenido el impulso de buscar la iniciación.
Del mismo modo, tu madre y tu padre pueden haber sufrido su propia falta
de iniciación de tal manera que estuvo más allá de su posibilidad, a pesar de
que eran buenos padres de otras maneras. La Iniciación comienza con la
búsqueda de una identidad dentro de la familia y la comunidad, y luego cambia
hacia la plenitud dentro de tu ser interior, y culmina en un sentido de unidad
con la vida misma. Cada etapa de la iniciación es más sutil que la anterior, y
las heridas emocionales sin cicatrizar se vuelven más engañosas en cada
nivel. Nunca es demasiado tarde para que experimentes cualquiera de las etapas
de iniciación en tu vida. A través de tus propias exploraciones y
trabajando con aquellos que actúan como “ancianos sabios”, se puede lograr una relación
simbólica más profunda con uno mismo y con la vida.
La atención plena y la herida materna
Hay una serie de reflexiones que pueden ayudar a desarrollar el yoga
herida materna. Por ejemplo, a lo largo de la historia humana, las tareas de la
maternidad eran compartidos por los miembros de la familia ampliada: ancianos
de la tribu, y amigos de la familia. La comunidad tenía rituales que ayudaban
en el proceso, incluidos aquellos que enseñaban a reconfortarse en la
naturaleza como si fuera una Gran Madre. Por desgracia, hoy en día hay sólo una
madre y un padre que tienen que cubrir todas estas necesidades. Tampoco la
naturaleza es vista como una madre ni existe el ritual del grupo. No
debería extrañarte entonces que tu madre haya tenido problemas con algunos de
estos aspectos de la maternidad.
No importa lo difícil que sea la relación con tu madre, la realidad es
que a través de ella obtuviste el regalo de tu nacimiento. Del mismo modo,
dentro de la experiencia materna hay un nivel que te trajo a esta instancia.
Tener esta conciencia implica que el maternaje que recibiste era lo
suficientemente bueno para que puedas encontrar la plenitud en la vida.
Tal vez el reflejo más útil sea hallar la oportunidad en lo negativo.
Esto apunta a la comprensión de que lo que no se te dio o fue mal dado, también
es valioso debido a que provoca impactos en tí. Gran parte de tu sabiduría
viene de lidiar con el dolor y la incertidumbre que experimentaste cuando eras
niño. Las experiencias maternales negativas ayudaron a formar tus prioridades,
te enseñaron lo que era importante, y te dio la motivación para ser diferente como
padre/madre. Ellos son una parte fundamental de tu herencia; te obligaron a
conocerte y desarrollar un sentido de lo correcto y lo incorrecto.
Si no recibes lo negativo como un regalo, si sólo lo ves como
sufrimiento, reduces tu relación con la vida y distorsionas la riqueza de tus
experiencias. Por otra parte, serás menos propenso a hacer de tu vida todo lo
que puedas hacer y ser. Es esta falta de expresión de tus propios valores lo
que sería una verdadera tragedia. Esta comprensión es la clave para tu propio
empoderamiento. A través de la práctica para abordar tu herida materna puedes
obtener un mayor sentido de vitalidad y libertad. ¿Puedes sentir este potencial
en su corazón? ¿Se puede cultivar este entendimiento con su propia intuición?
A medida que el yoga de la herida materna comienza a estirar el
corazón y la mente, más ideas se hacen disponibles. Una de ellas es que mucho
de lo que tomaste como algo personal se vuelve impersonal. Todo lo acontecido
surgió de una serie de condiciones en la vida concreta de tu madre. No tienes
que cargar con esto como algo personal. Las heridas no desaparecen, pero
pierden gran parte de su carga. No son capaces de atrapar tu mente y encarcelar
tu corazón.
Ten en cuenta que la meditación no es psicoterapia.
Estas palabras son la ofrenda de un maestro de meditación, no de un terapeuta.
En la práctica de la atención plena, a diferencia de la terapia
convencional, el contenido específico de las emociones
aflictivas no son el foco de tu atención. La atención se centra
en el estado mental que está surgiendo. Las enseñanzas tienen que ver con
liberarte de tu mente deseante. Guiarte a descubrir por vos mismo que la
felicidad no depende de las condiciones externas de su presente, pasado, o de
la vida futura. Podes beneficiarte enormemente al trabajar con un
terapeuta como un complemento a tu práctica, lo que refleja el principio
de que “primero hay que tener un yo para luego abandonar el apego a el”
Si haces de tu herida materna tu yoga, puedes
encontrarte con un trauma que no se puede resolver en el contexto de la vida
ordinaria. Estas experiencias se ven a menudo como una “herida sagrada” Una herida sagrada es aquella en la que
un trauma ocurrió tan temprano en tu vida o era tan profundo, que te lleva a
una indagación espiritual, porque no es posible encontrar la paz de cualquier
otra forma. Debido a la motivación que proporciona, es visto como un regalo muy
valioso que hace que muchos de los beneficios de la vida ordinaria se
vuelvan insatisfactorios.
Cuando decides abrazar tu herida materna como tu yoga y la conviertes en
tu maestro, un acontecimiento milagroso e inesperado ocurre. Encuentras la
libertad de no ser capturado por tu herida, y devuelves a tu madre de regreso a
su propia vida. En lugar de ser simplemente una etiqueta, un conjunto de
responsabilidades llamada “mamá”, se le permite ser una mujer, un ser humano
con su propia historia, sus propias ganancias y pérdidas, y una trayectoria de
vida separada de la suya. No es que ella deja de ser tu madre, sino que se
convierte en todo lo que siempre fue, salvo en las mentes de sus hijos.
Artículo
original de Phillip Moffitt
Healing Your Mother
(or Father) Wound
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