Buscando al Mesías… (Parte 1)

 

Realmente nunca me interesó la historia, creía firmemente que la historia estaba escrita por los ganadores y estaba muy distorsionada por esa visión, es decir estaba oyendo una versión totalmente sesgada. Sigo creyendo eso, sin embargo, desde que entré en el mundo de las constelaciones familiares me di cuenta del dicho que comenté en un post anterior: “Si no sanamos nuestra historia, estamos condenados a repetirla”.

Desde entonces desarrolle un interés no solo en la historia del sistema familiar, sino que también en la historia de los pueblos y del planeta buscando ciclos y repeticiones para sanar.

Anoche, en las conversaciones con mis guías se me mostró como la humanidad ha desarrollado una historia recurrente del esperar un mesías, un salvador, que nos resuelva las crisis mas profundas donde no vemos o creemos que no podemos solucionarlo.

Lo que comparto aquí es sobre la historia que conocemos, ya que el planeta tiene una historia muchísimo más antigua que por lo momentos no está disponible para todos.

Fue muy importante reflexionar sobre las religiones, en general, y ver como las que conozco se basan en que las personas tienen que “portarse bien” para lograr la salvación, llámese ir al cielo o al paraíso. Eso inclusive está presente en la religión egipcia donde al morir se hace presencia ante Anubis el cual pesa el alma de la persona en una balanza contra una pluma. Si el alma de la persona es liviana, es decir, no carga daños a los demás o mal comportamiento, Anubis le abre la puerta al paraíso y si su alma es más pesada que la pluma se le abrirá la puerta al “infierno”. Así mismo, la religión judía habla de que el profeta Elías bajará con su carro de fuego el día del juicio final y desenterrará los huesos nuestros para que se juzguen los actos para poder ir al paraíso. La religión católica habla también de un juicio donde se ponen en una balanza los actos de la persona y si la balanza es negativa se va al infierno. Distintas versiones de lo mismo.

En mi reflexión me di cuenta que esa es una forma de mantener a la humanidad dentro de una serie de comportamientos “buenos” que no bajen los niveles de vibración del colectivo por desbordamiento de emociones, es decir, la religión pone límites y cánones de comportamientos “buenos” de manera que cuando muera vaya al cielo, reciba una recompensa por portarme bien. Esto, por supuesto, puede provocar cualquier cantidad de manipulaciones de parte de quien define ese comportamiento, como ha pasado y peor establecen diferentes premisas de comportamiento para quienes definen y enseñan las reglas y los demás.

Dentro de esta dinámica las religiones nos proporcionan desde hace 3500 años al Mesías, el Salvador, que en algún momento cuando las cosas estén sumamente difíciles y realmente no podamos salir de estos embrollos donde la humanidad se metió vendrá y nos salvará.

Cuando uno habla del mesías, el visible claramente es Jesús de Nazareth que, según la iglesia católica, se sacrifico por todos nosotros en la cruz para expiar nuestros pecados. Yo tengo una mirada diferente que la explico un poco más adelante.

Pero uno de los primeros mesías fue Moisés hace 3500 años, en la religión judía. Moisés vino a salvar al pueblo judío del yugo de los egipcios. Él es el gran mesías del pueblo judío y ellos todavía están esperando al próximo que libere a su pueblo.

Y así en todas ellas hay un mesías salvador, quien se sacrifica por su pueblo y con ello trae la paz y se expían los pecados.

No me mal interpreten, todas estas personas fueron sumamente elevadas espiritualmente, personas con conexión directa con Dios como lo probaron en sus historias y Jesús particularmente el ser más elevado que haya pisado este planeta. Ahora mi experiencia me dice que en la medida que vamos subiendo los niveles vibracionales esos seres respetan profundamente el destino del otro. Es decir, nuestra alma traza un plan y varias veredas o líneas de tiempo para que a través de  experimentar se aprenda, libere e integre energías y situaciones que suban los niveles de vibración y  en algún momento de mi evolución me lleve a nuevo a la fuente, Dios Padre-Madre, de donde salí. Ese plan es sagrado y ningún ser puede interferir en ese plan a menos que ese espíritu le de permiso para que lo ayuden o le hagan daño. Los seres de baja vibración creen que ellos tienen el poder sobre los demás y no es cierto, si tienen algún poder es porque ese espíritu se lo ha concedido. Los seres de alta vibración comprenden perfectamente que no tienen poder sobre los demás y actúan como guías para mostrar cual sería el camino o la decisión más coherente, en un momento dado, alineado con el aprendizaje elegido, pero están muy claros que la decisión es del espíritu y no pueden decir por él.

Por eso los salvadores no existen, y mucho menos en los niveles vibracionales de esos seres que vinieron al planeta con la misión de mostrarnos otro camino para evolucionar.

Es decir, los mesías no existen, pero ellos están extremadamente arraigados en nuestro subconsciente y en nuestro reflejo no resuelto tanto en el aprendizaje de nuestro espíritu como en el aprendizaje de los sistemas donde estamos inmersos sobre todo el sistema familiar.

Uno de los “darme cuenta” más importante con respecto a este tema lo tuve hace 21 años fue cuando mi maestra Amparo canalizó a Jesús y me dijó: “Ya yo no soy el Mesías, esto no es Jerusalén, ahora los mesías son Uds., les toca a Uds.”

Estuve largo tiempo preguntando; ¿Y cómo se come eso? Hasta el día que mi maestro de kábala, Elisha, nos explicaba que el número 8 representaba al mesías y eso no significaba el salvador como se manejaba a nivel popular, muy por el contrario, significaba la maestría de uno mismo. El 8, el mesías es el maestro de sí mismo que asume su poder personal y a través de su ejemplo logra mostrar otras formas para evolucionar. Ese día comprendí que significa conseguir la maestría interna asumiendo mi poder personal con todo lo que ese proceso conlleva. Mucho más fácil de decirlo que de hacerlo y todavía estoy en eso.

En la época de 3D, como se basa en la dualidad, hay buenos y malos y muchos quieren estar del lado de los buenos y otros les encanta estar del lado de los malos y así hemos ido reencarnado en buenos y despues en malos para comprender que no es más que una experimentación que nos ayuda a integrar la dualidad en el neutro. La 4D y 5D ya no incluye la dualidad como la conocemos y estos conceptos tienen que cambiar hacia la toma del poder personal, sin buenos ni malos, ni victimas ni victimarios.

Cuesta mucho, porque nuestras creencias ancestrales nos empujan a seguir creyendo que somos victimas y que siempre estamos inmersos en una lucha entre el bien y el mal. Y yo misma caigo en eso porque no están totalmente liberadas esas creencias y cuando las cosas se me ponen muy pequeñitas busco al victimario, lo culpo e imploro por el mesías que viene a salvarnos, hasta que reflexiono y me doy cuenta que no es así.

En el próximo post del blog les explicaré como, desde mi punto de vista, seguimos como humanidad cayendo en la esperanza del mesías que viene a salvarnos y como me di cuenta que se ha ido modernizando ese concepto.

 

Rosana Gutiérrez

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